Buenas noches estimado público.
Bienvenidos a este mi último espectáculo.
Muchas gracias por emplear su estimado tiempo y dinero en este viejo artista que ahora se presenta de nuevo ante ustedes, más él mismo que nunca.
Y sin más preámbulos, paso a comunicarles mi mensaje, dando comienzo a la representación.
De noche se me presentan todos los fantasmas que han poblado mi vida y el dormir deviene en una imposibilidad. El insomnio se vuelve pétreo, como pared de cementerio o muro de cárcel. Mi cuerpo macilento se pasea, en un difícil equilibrio, por el borde de ambas estructuras, Voy saltando de una a otra, como un gorrión herido y extraviado, fuera del ámbito de la tranquilidad del nido. Y digo bien, entre la cárcel y el cementerio, tanto monta, monta tanto, porque mi mente queda convertida en una máquina de vapor, a punto de reventar y quisiera terminar, de una vez por todas, o en uno o en otro lugar. Dar así por finalizada esta tortura. Mis pensamientos son el combustible que arde y hace mover este tren imparable, cargado de conjeturas, disparates, angustias, rabias, deseos innobles y toda suerte de ideas desquiciadas en el que viajo, preso de mi mismo, hacia no se sabe donde.
La representación que ahora se inicia forma parte de esos fantasmas y ustedes van a ser testigos y cómplices de toda esta historia, que espero sea algo que no olvidarán en su vida. En su corta vida.
Quiero con ello hacerles partícipes de un proceso personal que inicié hace algunos meses y que ha finalizado con este guión y esta puesta en escena, que ustedes disfrutarán o sufrirán, nunca se sabe.
Quizá se pregunten, desde la seguridad de las cómodas butacas de este teatro, a santo de qué, este payaso, bufón aprendiz de actor, que promete en su programa risas y diversión para esta tarde gris de domingo invernal, se disfrace con el más negro de sus trajes y nos venga a hablar de los fantasmas de su vida.
Como si cada uno no tuviera suficiente con los propios.
Si, lo sé. Cada uno de ustedes que ahora me observa aún con esa cara de perplejidad, estoy seguro de que tienen una carga personal e intransferible de cuentos de terror que en su día fueron -y hasta es posible que hoy mismo sigan siendo- una tortura permanente de la cual no sabían, ni saben, como librarse. Esas angustias, esos miedos, esas culpas, esas complicidades, esas envidias, esas mentiras, esos horrores cotidianos, esas pesadillas, los pecados más graves, los deseos mas abyectos, incluso los crímenes y los delitos que aún no han confesado, ja ja ja.
Si, claro que si, claro que sus mentes están llenas de todo eso y también estoy seguro que incluso sus manos están llenas de sangre o de mierda o de ambas cosas, o de dinero negro o de armas de destrucción masiva. Son, no más, una complicidad culpable en este mundo terrible que hemos construido así, para nuestra propio gozo, terror y desesperación, que todo cabe. ¿Notan ya una cierta tensión en sus pechos, sienten como un cinturón esta presionando ligeramente su cintura, oyen el galopar de la sangre en sus sienes?. Pues, señores y señoras, esto no ha hecho más que empezar.
También estoy seguro de que quisieran ser tan afortunados como yo y estar en mi lugar, es decir, acceder a un escenario, desde el cual tuvieran la opción de dar el latazo a sus congéneres con todos los relatos que, en forma de ratas hambrientas, están mordisqueando sus conciencias desde tiempos inmemoriales. Hacer la perfecta confesión de sus vidas, que sirviera para descargar sus infectas conciencias y, al tiempo, ser una maravillosa venganza, un "para que te jodas, imbécil". Y además, sabiendo que todo lo que se diga y haga aquí, no va a tener consecuencias en ese universo de fuera, porque nadie saldrá vivo de este teatro. Nadie, es representación única.
Bien, pues ahora se joden y se aguantan porque soy yo el que tengo el micro y ustedes los que han pagado por la entrada y están tan inquietantemente sentados en sus asientos, desde los que no les va quedar mas remedio que escucharme hasta que yo diga que el espectáculo ha llegado a su fin. A partir de este momento, ese asiento va a ser su potro de tortura, ni más ni menos. Esas mínimas sensaciones que han ido creciendo de forma casi imperceptible, van a hacerse poco a poco insoportables, hasta el punto que alguno de ustedes no aguante la presión y pida desesperadamente la muerte.
¿Ven? un chasquido de mis dedos ha sido suficiente para que mi fiel equipo técnico, sumiso a mis órdenes, haya puesto el cerrojo a su cintura que les va a impedir moverse en dos horas o hasta que yo quiera o quizá nunca más. Ahora si que son clientes cautivos, espectadores pegados a sus asientos. Meros objetos pasivos y sufrientes de este teatro de la verdad, la tortura y la muerte.
Quieren chillar y no pueden, ¿cierto? Quieren moverse y no son capaces, ¿verdad? Bien, esa es la clave, esto es lo que busco, esto es lo que han venido a sentir. Podrán hablar y moverse, solo cuando yo se lo permita y se lo pida y...siempre y cuando digan la verdad sobre los hechos que yo les solicite. Porque, si eso no es así, pasarán un largo calvario hasta su total extinción.
¿Mola, eh? Bueno, bueno, vamos a ver, no quiero lágrimas, ni gestos dramáticos. En todo caso, esto es un espectáculo al que han venido a disfrutar, ¿no? Aunque, bien pensado, las lágrimas y los rostros agrietados por el dolor forman parte de esto... ¿como se llama? Eso, perfomance colectiva, actuación grupal. Va a quedar genial, ya lo verán.