jueves, 15 de enero de 2015

Esgrafiado p6m


Dormida aún, con el sueño grabado en su inconsciente, abrió la ventana orientada al este y pudo contemplar, extasiada, la fachada que tenía frente a ella. Observó embelesada el enorme plano vertical de su ciudad soñada.

Una retícula urbana, arte mudéjar y celeste, forjada en simetrías, en reflexiones deslizantes, en giros, la metrópoli imposible, el plano borgiano. El dibujo, hecho de barro y cal, le mostró el trazado de avenidas entrecruzadas, calles, travesías, arterias enlazadas a otras iguales, edificios en forma de estrella de seis puntas unidos a otros seis idénticos, bloques romboidales o  pentagonales, girando en torno a centros desde los que se expande el laberinto y la magia del infinito.

Gozaba del momento con la visión cenital de ese escenario. Allá, donde había sentido el amor, por vez primera aquella noche de estancia en Segovia. Amor eterno en un laberinto de emociones. Sin plano. Para perderse.

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