Paca tenía un quiosco en la esquina y siempre que salía de él a tomar un vaso de vino a la tasca de Manolo,
dejaba encerrado a su hijo Ismael, para que no se escapase y atendiera el
negocio.
Ismael entonces, sacaba el frasco de gasolina de rellenar mecheros y se lo aplicaba a la nariz
con verdadera delectación. Cuando sentía que su cabeza le empezaba a dar
vueltas, lo dejaba y tomaba el último Fotogramas con actrices en traje de baño.
No levantaba la vista de él, mientras se sobaba desde el bolsillo del pantalón.
Cuando se daba cuenta que nosotros–mocosos metomentodo- estábamos espiándole,
nos tiraba lo primero que tenía a mano. A veces caían un par de chicles.
Aquella tarde el señor Anselmo, trataba de llamar la atención de
Ismael chiscando el mechero. Agarró el frasco de gasolina y en un movimiento de
rabia, largó un chorro de combustible, que se incendió con las chispas
saltarinas.
La señora Paca salió del bar con la botella de seltz, intentando
mitigar el incendio. Con cubos de agua acudimos todos los demás que rondábamos
por allí. Fue inútil, demasiado tarde para cuando pudo abrir la puerta de su
negocio.
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