“¿Se han vuelto asesinos los árboles? Como si
de una amenaza se cerniera sobre la ciudad, hemos visto que en los últimos días
dos ciudadanos han perdido la vida paseando tranquilamente por alguna zona
verde” “… el
deterioro de la gestión del arbolado y las
zonas verdes ha sido continuo y en los últimos años lamentable” (MS.
Octubre 2014.Madrid). Trágica coincidencia: uno de los fallecidos era el
padre del jardinero encargado del parque en el que paseaba.
El cuerpo pendía de una
soga, sujeto por un arnés, suspendido de
una gruesa rama del olmo más viejo del parque. Vestido con traje negro, camisa
y corbata. Calzado. Brazos, piernas, cabeza y corbata colgando, como una
extravagante especie de escarabajo. El fresco de la madrugada cubría de rocío el
césped que brillaba bajo él.
Se despertó y una vez
comprobada su inexplicable situación, gritó pidiendo ayuda, pero nadie a
aquellas horas podía prestarle atención e intentó, en un vano esfuerzo, hacer el péndulo para poder acercarse a alguna
rama del árbol y asiéndose de ella poder descolgarse. Le resultó muy difícil, ya
que no tenía ningún punto de apoyo. Tuvo que desistir. Desesperado y con una
sobredosis de ira en sus venas, se dejó llevar por la situación, comprendiendo
que no se iba a caer, pero que tampoco podría
bajarse por sus propios medios. Pasó tanto tiempo allí colgado, que
acabó perdiendo el conocimiento.
El barrendero, al
levantar la vista del montón de hojas
muertas, se quedó patidifuso. ¿Qué es eso, qué hace ahí ese tío?, hostia, pero si
es el concejal de parques y jardines. ¿Cómo coños ha llegado ahí? ¿Quién le
habrá dejado colgado? Joder, ¡el móvil!.
Llegaron policías
municipales, bomberos y ambulancia. Descolgaron el cuerpo, retiraron arneses, argollas
y cuerdas, reanimaron sus constantes vitales y el concejal, por sus propios
medios y un tremendo dolor de cabeza, se subió al coche con los policías, que
le esperaban firmes y con la mano derecha extendida pegada a la visera de la gorra.
Ya en el coche
policial, camino de su casa, su cabeza daba vueltas sobre las circunstancias
que se dieron la pasada noche, intentando recordar el orden de los
acontecimientos y las personas con las que se había relacionado. No entendía muy
bien lo que había pasado, pero en su fuero interno, ya recobrada la serenidad, tenía
la intuición de que podría haber sido drogado (¿más?) en la fiesta de la
embajada y alguien, no se le ocurre quiénes, le habrían llevado al parque y
colgado de aquella manera tan indigna. Reconoció que quizás se había pasado con
el alcohol y la coca, pero otras veces había abusado más y no había perdido el
control en ningún momento. Pensó en su novio y el numerito de celos que montó
en su despedida, acusándole de infiel. Pensó en la agregada cultural y el encuentro íntimo que tuvo con ella en su habitación.
Recordó al guapísimo tío del servicio de seguridad y su enfado al proponerle
hacer un trío con ellos. Rememoró hasta el momento que su chófer le dejó dentro
de su casa. Y a partir de ahí, nada.
Comenzó a esbozar la
explicación que iba a dar a los compañeros de la corporación, a su jefe de
filas en el partido, a su novio,… ¡joder qué marrón!
-Señores, de este
incidente, ni palabra. Ni que decir tiene que de informes, nada. ¿Comprendido?
Comuníquenselo a sus compañeros y hablen con el jardinero. Ni palabra. Ya me
encargo yo.
Llegó a su casa. Conservaba la llave en el bolsillo del pantalón. Abrió,
comprobó el orden de la vivienda, el buen trabajo de Antonia, su empleada de
hogar. No viendo nada extraño, se duchó
largamente.
Al salir de la ducha,
el móvil rebosaba de mensajes y llamadas perdidas.
Comenzó por el alcalde
y presidente de su partido.
-A ver, me importan
tres cojones lo que te haya pasado y quien lo haya hecho. No vamos a gastar ni
un euro en investigarlo. Además, has tenido suerte de que no se haya partido la
rama del árbol, que si no, ahora no lo contabas. ¿Qué se puede esperar con las
juergas que te corres? Sabemos la vida que llevas, sabemos lo de anoche en la fiesta
de la embajada. Se acabó esta sucesión de escándalos. ¿Cómo vas a pretender que
esto no se sepa con la cantidad de testigos que reúnes a tu alrededor? ¿Vas a
callarlos a todos? No se puede. En unas horas está aquí la prensa dando por
culo. Y los de la oposición, ¿qué? Y encima con la mierda esa de la grafiosis
matando viejos por los parques, responsabilidad tuya, ¿recuerdas? Se acabó,
joder, se acabó, estoy hasta los huevos de tener que reparar todos tus
despropósitos, de justificar lo injustificable. Ni yo, ni el partido nos lo
podemos permitir, nos la jugamos en las próximas elecciones y no querrás que te
cuente como está el panorama. Ya he hecho bastante por ti, se lo prometí a tu
padre que en paz descanse, pero ya he pagado con creces la deuda que tenía con
él. Así que ya lo sabes y no voy a retroceder en esto, la dimisión como
concejal y la baja en el partido. Tienes suficiente patrimonio, gástatelo en lo
que quieras, pero deja de jodernos ya. Ah, y cuando hables en la rueda de
prensa, tú eres el único responsable, pides perdón y dimites, por respeto a los
votantes y para no hacer daño al partido. Ese es el mensaje, ¿capito? Ah, y cuidadito con intentar
revanchas, ¿vale? Adiós.
-Cariño, vete a la
porra, no aguanto más tanta humillación en público. Lo de anoche en la embajada
ha colmado el vaso, ya te lo dije ayer y hoy, más sereno, te lo repito.
¡Olvídame! Lo nuestro se acabó. Y me importa una mierda que te colgaran de un
árbol. Es más, me alegro, necesitabas una lección de humildad. Y claro que yo
no he sido, imbécil, ¡cómo se te ocurre!
-Cuando le dejé en casa,
usted no estaba en condiciones de salir a ningún sitio. Le dejé tumbado en la
cama, vestido, tal y como salió de la fiesta. Apagué las luces, cerré la
puerta y me fui a casa. A esas horas no
había nadie en la calle, ni siquiera en la portería. El segurata estaría de
ronda.
-No, no se preocupe, ya
estaba despierto. Sí señor, ayer me tocó guardia y el parque quedó cerrado a
las once, ¿por qué? ¿Qué ha pasado?
-Sí señor, hice mi
trabajo de los viernes, limpieza general, como siempre y me fui a casa. No noté
nada extraño, pero, ¿está usted bien?
Al terminar sus
conversaciones, tomó la determinación de gastar de su patrimonio lo que hiciera
falta en una investigación privada y una buena venganza para todos. No soportaba
las humillaciones de nadie.
En otro lugar de la
ciudad, Antonia cometía el error de enviar un sms a su hermano:
El
escarabajo de la grafiosis está patas arriba. Ten cuidado.