domingo, 31 de enero de 2021

Meyos

Por dejar constancia de tu muerte, por fecharla, por no perder este día de la no memoria infecunda que traslado cada día de un lugar a otro, para nada...

Por todo eso y porque siento en las venas el intenso frío que deja en mi tu desaparición...

Digo que hoy 24 de enero de 2021, cumpleaños de L, murió Meyos, la amiga de T, la compañera fiel de muchos de sus viajes, la que le acompañó un día gris hacia la niebla, para volver con el nudo deshecho...

Se llevó su largo pelo negro ensortijado en infinitas espirales imposibles que ella lucía al viento y fotografiaba siempre, haciendo su semblante más joven que el de ninguna otra del grupo...

Se llevó su delgadez, su pequeña figura, forjada a base de comer poco, hacer yoga y tener una vida regulada y con ajustadas rutinas...

Se llevó su forma de vestir, entre lo camp, lo hippie y lo folk, sus cientos de fotos con ella como modelo y protagonista de la escena, a las que le acostumbró su amado y odiado J...

Se llevó su raya azul que indicaba donde estaban sus ojos diminutos, casi cerrados, siempre tan pequeños y escrutadores...

Se llevó su ideal de eterna juventud, el orgullo por su estilo, por su tipo, su apariencia de adolescente, su forma de ligar -o de intentarlo- su coquetería...

Se fue con ella la enorme carga de amargura que portaba dentro de su pecho, por aquel amor traicionero que la dejó prendida de sus ojos y vengativa para siempre -como se alegró cuando a él, pasados los años, le dio la hemiplejia que le dejó medio inútil...

Se llevó la ilusión de tantos viajes recorriendo el ancho mundo desde Japón a Vietnam, Méjico o NY, Francia, Portugal, Italia, Galicia, toda España, su aprendizaje para manejar los mapas, el control del Google Map, el navegador en el coche, el móvil, su maleta y su lentitud en todo, siempre la última en aparecer, cuando salíamos de viaje...

Se llevó su negativa a conducir, porque sencillamente no le gustaba...

También su carácter, a veces tan arisco, a veces tan entregada, tan ensimismada a veces, tan aislada de los demás, por despecho o absurdo enfado...

Esas relaciones con su familia, esa familia que no la entendió y dejó a su aire, produciéndole malestar y soledad...

Todo lo que se llevó es también lo que nos deja tras su muerte. El tiempo recolocará su recuerdo y nos sentiremos unidos a ella en este destino común. Su lucha contra el cáncer fue dura e infructuosa, pero demostró mucha entereza hasta el último momento. Ahora descansa en una tumba familiar junto a las urnas de las cenizas de su padre y de su madre, que le hicieron compañía en el salón de su casa desde que fallecieron...

Tuvimos cariño mutuo, hacía mi (le interesaba lo que yo escribía o dibujaba), hacia mis hijos.

No hizo mal a nadie, fue una mujer solitaria y muere con su prima M al lado, que la acompañó en su último suspiro, en un hospital de Valladolid, este año de trágica pandemia. Fue la ciudad que eligió por amor y donde residió y trabajó durante tantos años.

Y hoy, allí, termina todo para ella.

Descanse en paz.

Todo mi cariño.


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